J. Krishnamurti aporta una amplia variedad de enfoques que, de modo claro y directo (y en forma de preguntas y respuestas), abre las puertas a la comprensión de una nueva relación con los demás, con nosotros mismos y con la propia vida.
Como consecuencia de los innumerables problemas que todos sobrellevamos, perdemos con facilidad el sentido de la armonía y de la belleza. Es éste un mundo en el que, aunque sentimos la natural necesidad de ser amados, el amor parece alejarse, devaluarse o disolverse inevitablemente en medio del ajetreado bullicio que nos rodea.
Krishnamurti, de la misma forma que responde a las variadas preguntas que se le plantean, nos formula a cada uno de nosotros, a la vez, una serie de interrogantes directos que nos enfrentan a nuestra propia realidad, interrogantes que, según manifiesta, «tienen respuesta cuando sabemos hacernos la pregunta correcta».
Todo ello con el fin de que cada uno, por sí mismo, encuentre el significado real de su propia existencia.
Como consecuencia de los innumerables problemas que todos sobrellevamos, perdemos con facilidad el sentido de la armonía y de la belleza. Es éste un mundo en el que, aunque sentimos la natural necesidad de ser amados, el amor parece alejarse, devaluarse o disolverse inevitablemente en medio del ajetreado bullicio que nos rodea.
Krishnamurti, de la misma forma que responde a las variadas preguntas que se le plantean, nos formula a cada uno de nosotros, a la vez, una serie de interrogantes directos que nos enfrentan a nuestra propia realidad, interrogantes que, según manifiesta, «tienen respuesta cuando sabemos hacernos la pregunta correcta».
Todo ello con el fin de que cada uno, por sí mismo, encuentre el significado real de su propia existencia.
2 comentarios:
"Quizás recuerden ustedes la historia de cómo el diablo y un amigo suyo estaban paseando por la calle cuando vieron delante de ellos a un hombre que levantaba algo del suelo y, después de mirarlo, se lo guardaba en el bolsillo. El amigo preguntó al diablo:
"¿Qué recogió ese hombre?" "Recogió un trozo de la Verdad", contestó el diablo. "Ese es muy mal negocio para ti, entonces", dijo su amigo. "Oh, no, en absoluto", replicó el diablo, "voy a dejar que la organice".
Yo sostengo que la Verdad es una tierra sin caminos, y no es posible acercarse a ella por ningún sendero, por ninguna religión, por ninguna secta. Ese es mi punto de vista y me adhiero a él absoluta e incondicionalmente. La Verdad, al ser ilimitada, incondicionada, inabordable por ningún camino, no puede ser organizada; ni puede formarse organización alguna para conducir o forzar a la gente a lo largo de algún sendero en particular. Si desde el principio entienden eso, entonces verán cuan imposible es organizar una creencia. Una creencia es un asunto puramente individual, y no pueden ni deben organizarla. Si lo hacen, se torna en algo muerto, cristalizado; se convierte en un credo, una secta, una religión que ha de imponerse a los demás. Esto es lo que todo el mundo trata de hacer. La Verdad se empequeñece y se transforma en un juguete para los débiles, para los que están sólo momentáneamente descontentos. La Verdad no puede rebajarse, es más bien el individuo quien debe hacer el esfuerzo de elevarse hacia ella.
Ustedes no pueden traer la cumbre de la montaña al valle. Si quieren llegar a la cima de la montaña, tienen que atravesar el valle y trepar por las cuestas sin temor a los peligrosos precipicios. Tienen que ascender hacia la Verdad, esta no puede "descender" ni organizarse para ustedes. El interés en las ideas es sostenido principalmente por las organizaciones, pero las organizaciones sólo despiertan el interés desde afuera.
Fragmento del discurso de disolución de la La Orden de la Estrella de Oriente. (2 de Agosto de 1929)
http://seaunaluzparaustedmismo.blogspot.com/search/label/Jiddu%20Krishnamurti%20y%20las%20Organizaciones.
Gracias por compartir este tipo de información, que hace falta y mucha.
:)
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